jueves, 1 de octubre de 2009

El polígrafo, ¿una máquina de la verdad?

El polígrafo
¿Una "máquina de la verdad"?

Hace pocos días y pasmados por la sorpresa, pudimos presenciar en un programa de televisión cómo se sometía a un ex policía a la prueba del polígrafo. Los resultados de la también llamada “máquina de la verdad”, se decía, probaba su inocencia. El cabo Camilo Badillo fue sentenciado por la Corte Suprema de Justicia a cumplir ocho años de prisión, acusado de participar en la desaparición de los hermanos Santiago y Andrés Restrepo en 1988.

Oímos también, al empresario que comercializa estas máquinas afirmar, con asombrosa seguridad, que el hombre no mentía. Y a algunos periodistas llegar a la conclusión de que con él se había cometido una injusticia. Al día siguiente, en los periódicos aparecieron titulares como estos: “Ex cabo Badillo no tuvo nada que ver con la desaparición de los hermanos Restrepo” y “Polígrafo da la razón a Badillo” .

Pedro Restrepo, el padre de las víctimas, calificó a la prueba como “un show mediático” y recordó que la Justicia condenó a Badillo en diversas instancias porque las pruebas eran irrefutables. Extrañamente, no escuchamos pronunciamientos de la Justicia respecto de la validez de la prueba del polígrafo, porque a la vista de los graves problemas que padece, estas máquinas podrían ser la solución. Tal vez sustituir a los jueces. Muy sencillo: prendemos la máquina, ponemos delante a los acusados, y en sólo dos o tres horas un técnico emite la sentencia con absoluta objetividad. Nos ahorramos prisiones preventivas, abogados, papeleo, y a la cárcel sólo irían los culpables. Fantástico, ¿verdad?

Veíamos al cabo Badillo con cables conectados por todas partes, sentado frente a su entrevistador, y nos acordamos de Blade Runner, un inquietante relato futurista en el que un cazador de recompensas debe determinar si los sospechosos son personas o androides. Lo hace con la ayuda de una máquina que lee las reacciones en las pupilas, pero como los androides están convencidos que son humanos pueden engañar a las otras máquinas… y a la persona que interpreta los resultados.

Las mentiras del detector de mentiras

Aquí no vamos a hablar de la inocencia o la culpabilidad de Camilo Badillo: no somos ni jueces…ni polígrafos. La Justicia ya dio su veredicto y sólo ella podrá cambiarlo si las pruebas objetivas demuestran que se equivocó. Lo que a nosotros nos importa es saber si realmente existe una “máquina de la verdad” y si sus resultados son confiables.

Y la respuesta a las dos preguntas es No.

Pregúntenle a la CIA, que en la década de los 80´s fue devastada por Aldrich Ames, un agente que espiaba para la Unión Soviética. Ames entregó a los rusos una enorme cantidad de secretos y causó la muerte de decenas de espías gringos causando el peor daño en toda la historia de esa central de inteligencia. Ames había pasado numerosas veces por la prueba del polígrafo, y cuando finalmente fue descubierto (por el chisme de una vecina extrañada de su lujoso nivel de vida) confesó que con un poco de entrenamiento era muy fácil engañar al detector de mentiras. Y como él, también superaron con éxito el detector de mentiras decenas de espías famosos como Karl Koecher y Ana Belén Montes. Y eso sin contar a los que jamás fueron descubiertos.

Sucede que el polígrafo se basa en una teoría que supone que mentir causa estrés al mentiroso, y que esa tensión se traduce en cambios corporales (sudoración, aceleración de los latidos cardíacos, aumento de la presión arterial, etc.) que pueden ser detectados. Pero esto no tiene la menor validez científica.

Las reacciones humanas a un estímulo son muy variables. Hay casi tantas como personas en el planeta. Aquél que está acostumbrado a mentir sin remordimientos puede controlar mejor sus emociones que quien suele decir la verdad. Más aún, existen enfermedades psicológicas en las que el individuo cree estar diciendo la verdad. Quien sufre de sociopatía, por ejemplo, pierde la noción de lo que son las leyes y los derechos de los demás. Así, si ha robado y dice que no lo ha hecho, en su fuero interno y hacia los demás, no estará mintiendo.

Para usar otro ejemplo por el absurdo, si a un megalómano que se cree Napoleón le preguntamos si es el emperador de Francia, la máquina nos mostrará que no ha mentido. Pero si el polígrafo demuestra lo contrario, eso significaría que el hombre... ya se ha curado.

Modernizando la injusticia

Sin embargo, hay algo quizás peor que no detectar a los culpables: condenar a los inocentes. Varios casos de personas injustamente encarceladas por el uso del polígrafo han sido denunciados en los Estados Unidos por Human Rights Watch. (1)

Sucede que los resultados del polígrafo no se constituyen en evidencia en casi ninguna corte del mundo, sino en un método de presión para el acusado durante los interrogatorios policiales. Su otro uso no convence ni a los mismos policías:

“La prueba del polígrafo no tiene el menor fundamento teórico ni la menor validez… Como dice uno de mis colegas, este tipo de test tiene tanta confiabilidad como la astrología o la lectura de la borra del café”

Dr. Drew Richardson, agente del FBI especializado en el polígrafo.

En 1997 un grupo de 247 psiquiatras estimó su eficacia en un 61%, una probabilidad algo mejor que lanzar una moneda al aire. (2)

Y la Academia Nacional de Ciencias estadounidense en un informe de casi 400 páginas redactado por expertos en psicología, estadística y derecho, concluye que el polígrafo puede constituir una trampa para las personas inocentes. Un experimento estadístico determinó que si entre 10 mil personas examinadas hubiera 10 espías, la máquina podría detectar solo a ocho de ellos, y además declararía culpable a ¡casi 1600 personas! (3)

En fin, la “máquina de la verdad” no tiene el menor fundamento científico, pero ¿por qué tiene aún tanta credibilidad? La respuesta la da la propia Academia de Ciencias, que, al analizar los estudios que se realizaron hace décadas, descubrió que se habían obviado las opiniones que cuestionaban la validez de este método. Así, se crearon muchos mitos que los medios de comunicación ayudaron a difundir:

“En la cultura popular y los medios de comunicación, el dispositivo detector de mentiras es a menudo representado como un espíritu mágico de lectura de la mente. Estos hechos reflejan la mística o la creencia generalizada de que la prueba del polígrafo es una técnica muy válida para detectar el engaño, a pesar de la persistente falta de consenso en la comunidad científica acerca de la validez de las pruebas de polígrafo”. (4)

Engañando a las máquinas

Es tan fácil engañar a la máquina que hasta se pueden encontrar consejos en Internet que van desde infligirse dolor durante las preguntas de control, hasta realizar cálculos matemáticos en las preguntas más compremetedoras. El espía Aldrich Ames dice haber recibido estos consejos de los expertos de la KGB: “Duerme bien, acude descansado y relajado y hazte amigo del controlador”. Lo sabía también Gary Ridgway, el más famoso asesino serial de Estados Unidos, quien en 1984 pasó la prueba del polígrafo. Cuando por fin lo detuvieron, en 2001, ya había asesinado al menos a 49 mujeres. Ah, y también Al Qaeda tiene un manual de instrucciones para sus terroristas (5)

Y hay mucho más para hablar de su poca fiabilidad. Por ejemplo, que para convertirse en “experto” del polígrafo basta con un curso de… ¡8 semanas.! En apenas dos meses -lo mismo que dura un curso de peluquería canina- usted podría convertirse en juez de la inocencia o la culpabilidad de cualquier persona . (6)

Por eso, el recientemente fallecido senador Edward Kennedy luchó contra el polígrafo hasta lograr que se apruebe un acta que restringe su utilización por los empleadores. Se les prohíbe interrogar a las personas sobre opiniones políticas, preferencias sexuales, inclinación religiosa, entre otras. (7)

Porque el uso de esta “máquina de la verdad” basada en un mecanismo y un procedimiento pseudocientíficos es una invasion a la privacidad de las personas, y puede llegar a constituirse en una amenaza a su dignidad y su libertad.

En la vida diaria nos basamos en una serie de complejos elementos objetivos y subjetivos para determinar si alguien nos miente. De existir esta máquina mágica, todo sería más fácil. Por ejemplo, ya no harían falta elecciones: conectamos al polígrafo a todos los candidatos, y el que miente menos, automáticamente se convierte en presidente. Claro, si después hace lo contrario de lo que dijo, eso ya no sería culpa de la pobre máquina.

Notas

1) http://www.hrw.org/reports/2002/us911/USA0802.pdf

2) http://www.usatoday.com/news/nation/2002-09-09-lie_x.htm

3) http://www.nap.edu/openbook.php?record_id=10420&pa

4) Ibid

5)http://www.nytimes.com/2001/11/17/international/asia/17HOUS.html?pagewanted=print

6) http://www.marstonpolygraphacademy.com/schedule.htm)

7) http://www.nytimes.com/1988/03/04/us/senate-votes-for-limits-on-polygraph-testing.html

Para leer más artículos sobre la ineficacia de los polígrafos les recomendamos ir a

http://antipolygraph.org/


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