sábado, 2 de enero de 2010

La señora de la esvástica

Los nazis y las supersticiones

Son imágenes borrosas de rubicundos alemanes que trepan por pedregosas colinas del Tíbet. Corre el año 1939 y el filme documenta las aventuras de una expedición que carga sus equipos en mulas y yaks. En las siguientes tomas se los ve ya en Lhasa, la capital. En el Techo del Mundo los teutones miden meticulosamente el diámetro de cráneos, la longitud de narices y quijadas de asustados hombres y mujeres de indudables rasgos asiáticos.

Es una decepción para el capitán Ernst Schafer, jefe de la expedición y hombre de confianza del todopoderoso Heinrich Himmler, el “capo” de las siniestras SS. ¿Qué buscan estos nazis tan lejos de su amada Alemania? Pues nada menos que los sobrevivientes de los primeros hombres que habrían poblado el planeta, los Atlantes, gigantes de larga vida, dueños de una avanzada tecnología y de los cuales descendían los arios.

Los nazis querían justificar sus mitos sobre la superioridad racial aria, y así preparar la eliminación de judíos, eslavos, gitanos e incluso de los blancos moral y físicamente “degenerados”. Faltan unos pocos meses para que los alemanes invadan Polonia, estalle la Segunda Guerra Mundial y se ponga en marcha el mayor genocidio de los tiempos modernos.

La aparición del nazismo tiene razones históricas, económica y políticas, pero su base ideológica está plagada de teorías pseudo científicas propias de una época en la que el esoterismo había calado profundamente en la intelectualidad alemana. Hoy, diversos historiadores atribuyen el origen de estas creencias a una mujer: Helena Blavatsky.

Helena Petrovna Blavatsky

En la actualidad casi olvidada, pero en su época famosa en toda Europa, Madame Blavatsky fue la ideóloga de una corriente filosófica que intentaba fusionar el pensamiento oriental con el occidental. Una especie de adelantada de lo que hoy conocemos como New Age.

Nacida en Rusia, aunque de padre alemán, se crió entre la nobleza que gobernaba para el zar. De joven aseguraba tener poderes psíquicos y su interés por lo esotérico la terminó llevando a la India y el Tíbet donde, un monje la habría iniciado en el budismo. De regreso en Europa publicó varias obras para exponer su filosofía sobre el Universo. En 1888 vio la luz “La doctrina secreta”, un enorme libro donde realizaba afirmaciones categóricas sin el menor fundamento científico.

Según ella, en un manuscrito muy antiguo y resistente –que por supuesto nadie más vio- se narraba que el mundo había conocido varias eras antes de la actual. En cada era habían surgido continentes que luego desaparecieron, incluyendo a los míticos Lemuria y Atlántida. Los antiguos atlantes estaban integrados por siete razas diferentes. Seis de ellas se mezclaron con animales (¿?) y así se formaron los grandes simios de los que descendemos los comunes mortales que no alcanzamos la categoría de seres humanos.

La séptima, la que se mantuvo “pura” era, por supuesto, la raza aria. En su particular teoría de la evolución, los arios habían perdido sus capacidades sobrenaturales (incluyendo la telepatía y un tercer ojo) pero desarrollaron grandes capacidades intelectuales. Estaban destinados a gobernar el mundo.Según ella, los arios incluían a germanos y anglosajones. Los semitas árabes y judíos también eran blancos, pero estaban “profundamente degenerados”. Por esa razón, para entrar en una nueva era, la del super hombre, la noble rusa llegaba a una conclusión ajustada a su perversa lógica: “la extinción de las razas inferiores es una necesidad kármica” (1).

Madame Blavatsky y un grupo de acólitos fundan la Sociedad Teosófica que tuvo una gran influencia en algunos círculos intelectuales de Europa y Estados Unidos. En 1891 Madame Blavatsky muere en medio de una gran polémica: se la acusa, con sobrados motivos, de charlatanería.

La locura de la "raza superior"

Pero su semilla echa brotes, sobre todo en Alemania, donde a los nacionalistas sus teorías calzan como anillo al dedo. Dos de sus seguidores, Guido von List y Lanz von Liebenfels, adaptan su doctrina y crean el ariosofismo. Dicen que los arios originales descienden de los atlantes, que aún existen y se refugian en elinterior de la Tierra, que es ¡hueca!. Creen que una de sus entradas está en el Tíbet. Los judíos son una raza corrompida por un espíritu maligno, y controlan Alemania y el mundo mediante el capitalismo y el comunismo. Ellos son los causantes de la humillante derrota de la Primera Guerra. Los arios alemanes se han degenerado por mezclar su sangre con razas inferiores.

Proponen entonces la poligamia para los arios puros y maternidades estatales para criar los hijos de las mujeres arias solteras. Peor que eso, para las razas subhumanas la esterilización, la esclavitud, su uso como bestias de carga, y hasta su incineración como sacrificio a los dioses. Von Liebenfels aseguraba que Hitler era uno de sus discípulos.

Con estas mismas ideas se crearía en 1918 la Sociedad Thule, que contará entre sus seguidores a destacados nazis como Rudolph Hess, vicepresidente de Hitler, y Heinrich Himmler, que al mando de las SS planificaría el exterminio de las “razas degeneradas” en los campos de concentración. El emblema de esta sociedad era una esvástica importada del Tibet por Madame Blavatsky, que para ella representaba la evolución de la vida y del Cosmos. Al incorporarla a las banderas nazis, Adolfo Hitler la definió como símbolo de “la misión de la lucha por la victoria del hombre ario”.

La mesa está servida. La profunda crisis que sacude a la sociedad alemana es un terreno fértil para la irracionalidad. Los nacional-socialistas ofrecen una explicación de las causas de su decadencia y una salida: la purificación de la raza. Ya tienen las excusas para derrotar la agitación comunista y unir al pueblo alemán detrás de un líder que los regresaría a la grandeza de un pasado que nunca existió.

El nazismo esotérico

Desde el fin de la Guerra, las investigaciones de los historiadores han ido revelando las extrañas conexiones de los líderes del partido nazi con todo tipo de creencias esotéricas. Muchas de ellas están ligadas al hinduísmo, lo cual tiene lógica si tomamos en cuenta que los antiguos arios invadieron la India y subyugaron a los pueblos originarios de piel más oscura. A los derrotados se les impuso el racista sistema de castas que aún perdura en el segundo país más poblado del planeta.

El propio Hitler era vegetariano y practicaba yoga. Rudolph Hess creía ciegamente en la astrología. A tal punto que en plena guerra voló a Inglaterra para negociar un acuerdo de paz porque según sus astrólogos la alineación de los astros era muy favorable. Los ingleses, menos creyentes, lo capturaron y lo encerraron en prisión hasta su muerte en 1987.

Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, interpretaba las profecías de Nostradamus que le aseguraban la victoria al Fuhrer. Hubo locuras aún mayores de Heinrich Himmler y su grupo de esotéricos.

El jefe de las SS encargó a arqueólogos la búsqueda del martillo de Thor, el dios del trueno de la mitología escandinava (2). El estaba seguro que se trataba de un arma poderosísisma de los antiguos arios, perdida durante la decadencia. Seguramente era el “arma secreta” de la que hablaban los nazis al final de la guerra y que aseguraban trocaría en victoria la inexorable derrota que se avecinaba. Mientras tanto, en un desierto de Nuevo México, los estadounidenses preparan un arma nada mitológica: la bomba atómica.

El legado de Madame Blavatsky

No son pocos los mitos que la New Age y los esotéricos modernos han heredado de Helena Blavatsky, entre ellos la idea de que antes que las sociedades actuales existieron civilizaciones más avanzadas, destruidas por algún cataclismo. Eso ha sido fuente de inspiración para best sellers de misterios como los que escribió el ex hotelero suizo Erich Von Daniken.

Ella, además, vivió en un época de apogeo del espiritismo, la supuesta comunicación con los muertos. Y paraestar a la moda, afirmaba que sus obras le eran dictadas por los espíritus de monjes tibetanos a través de estados de ensoñación.

Hoy, un popular documental sobre física cuántica llamado What the Bleep Do We Know? (traducido como “Y tú que sabes”) es financiado y conducido por una medium estadounidense llamada Judith Kinght. La señora, que ha hecho muy buen dinero con sus afirmaciones de que nuestra conciencia puede modificar la realidad, dice que no es ella quien habla y enseña sino que canaliza el espíritu de Ramtha, un guerrero atlante muerto hace ¡13 mil años! (3).

Otro buen negocio es el de los llamados “niños índigo”, la idea de una super raza de chicos que nacen con genes llegados de otros planetas. Lee Carroll, uno de sus primeros divulgadores, sostiene que sus libros se los dicta telepáticamente Kryon, una entidad extraterrestre que orbita… Júpiter (4).

Ya ven: las creencias pseudo científicas y supersticiosas no son tan inocentes como parecen...

1)http://www.scribd.com/doc/11416288/Claves-Ocultas-Del-Nazismo

2) http://www.elpais.com/articulo/cultura/Himmler/busco/raza/aria/Espana/elpepucul/20080406elpepicul_1/Tes

3) http://www.ramtha.com/html/languages/spanish/media/faqs/jz/who.stm

4) http://www.kryonespanol.com/index.php?option=com_content&view=article&id=53:preguntas-y-respuestas-2007-1&catid=7:preguntas-y-respuestas&Itemid=7


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