domingo, 22 de noviembre de 2009

Dinosaurios plumíferos, hipopótamos-ballenas y peces caminadores: aparecen los eslabones perdidos de la evolución.

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¡Feliz aniversario, Carlitos Darwin!


El mundo entero celebra esta semana la aparición del libro más revolucionario de la historia. No se trata de El Capital o de otra horrorosa novela de Dan Brown, sino de “El origen de las especies” de Charles Darwin. Sucedió el 21 de noviembre de 1859.

El libro, que el naturalista inglés demoró veinte años en publicar para no ofender a su esposa, que era una ferviente creyente, se agotó el mismo día de su publicación y desató una tormenta fenomenal en todo el mundo. Por primera vez se daba una explicación científica y coherente pruebas sobre el origen del hombre y su planeta.

Y aunque hace mucho tiempo que Darwin ganó la batalla, todavía quedan (incluso aquí) fanáticos religiosos que se niegan a aceptar lo evidente y siguen argumentando que se trata “sólo de una teoría” que no debe enseñarse en las escuelas ecuatorianas. Falso. Hoy existen muy pocas teorías que tengan argumentos tan sólidos, abundantes y de tantas disciplinas como la Teoría de la Evolución. Los hay paleontológicos y geológicos, fisiológicos y químicos, y ahora los más contundentes y de precisión matemática: los descubrimientos de la biología molecular, es decir, el estudio del ADN de las especies.

El Universo cumplió...¡6013 años!

Claro que todo eso no se sabía hace apenas siglo y medio, y por eso al pobre Darwin le cayeron encima los más fanáticos defensores de la Biblia. Hasta entonces (y hasta hoy) se creía en el cálculo hecho en el siglo 17 por un obispo anglicano llamado James Ussher, a quien se le había ocurrido ponerle fecha al nacimiento del mundo. ¿Cómo? Pues así: sumando las edades estimadas de los personajes bíblicos (Noé, Abraham, David, Jesús, etc.), concluyó audazmente que la Creación sucedió en el año 4004 antes de Cristo. Y hasta le puso día: en las primeras horas del 23 de octubre. Así, el mundo tendría seis mil años, interpretando que un milenio equivaldría a cada día de la Creación bíblica.

Desde entonces y gracias a la valentía intelectual de Darwin, hoy sabemos con certeza que don James se quedó un poco corto. Nuestro mundo tiene 4.500 millones de años de edad, una magnitud de tiempo tan enorme que nos confunde. Richard Dawkins trata de que lo entendamos más o menos así: “Supongamos que en una página escribimos el resumen de lo que pasó en todo un año. Reunimos mil años en un libro de 10 cms. de espesor. Si quisiéramos leer sobre Jesús, iríamos al final del segundo volumen, -es decir, hace dos mil años- y el libro apenas estaría a la altura de nuestros tobillos. Pero para encontrar la fecha en que los humanos descubrimos el fuego, deberíamos trepar por los libros hasta una altura equivalente a la estatua de la Libertad (un edificio de 30 pisos). Y para encontrar a los primeros seres vivos complejos del planeta deberíamos escalar unos 56 kilómetros, ¡seis veces la altura del Everest!. Ah, y el origen de nuestro planeta estaría diez veces más arriba”. (1)

Tiempo suficiente para que una cantidad inimaginable de especies hayan nacido, evolucionado y muerto, muchas de ellas sin apenas dejar rastro. Hoy se estima que vive apenas el 0,001% de todas las especies que alguna vez poblaron la Tierra. Sí, yo también estoy mareado…

Los nuevos descubrimientos: monstruos, pero verdaderos

“No hay suficiente evidencia fósil”. Este es el argumento favorito de los Creacionistas, los fundamentalistas religiosos que niegan la Teoría de la Evolución y atribuyen la vida a un Creador. La verdad es que hoy en todo el mundo existen más de cien millones de fósiles identificados y clasificados. Alegan también que no se conoce la secuencia evolutiva de los animales de hoy. Es otra mentira. Ya se ha completado la historia de animales como el caballo, por ejemplo. Aquí están algunos de los más importantes descubrimientos de los eslabones perdidos de la evolución, seleccionados por la revista National Geographic.

*El pez caminador

Todas las pruebas acumuladas aseguran que la vida nació en los océanos, en sitios donde el calor de erupciones volcánicas submarinas permitió a los primeros organismos desarrollarse y generar especies más complejas. Hasta hace poco no sabíamos como poblaron tierra firme y comenzaron a caminar. Hasta que en el 2004 se descubrió en Canadá un increíble fósil de 375 millones de años. En el dibujo, el Tiktaalit, una criatura que fue la transición entre los peces y los animales terrestres. El primer anfibio tenía cráneo y pulmones parecidos a un cuadrúpedo primitivo, pero también con mandíbulas, branquias y escamas de pez. Sus aletas les servían para caminar, como a las focas de hoy. El descendiente actual más parecido al Tiktaalit es el pez espátula.

*Ballenas-hipopótamos

Este es el Ambulocetus, uno de los animales que recorrió el camino inverso. Porque hace unos 50 millones de años y siendo ya un mamífero anfibio, se decidió a vivir en el agua. Su cola y las palmas de sus patas ya estaban adaptadas para nadar. Y al igual que los hipopótamos, es un ancestro de cetáceos como las ballenas.

*Plumíferos feroces

¿Y de dónde salieron los pájaros? Pues hasta no hace mucho se desconocía su verdadero origen. Había escasos ejemplares como el Archeopterix, que mostraban un viejísmo dinosaurio con alas de ave. Hoy, sobre todo en Mongolia, se están encontrando numerosos fósiles de dinosaurios emplumados como el Deinonychus. Por ejemplo, los velociraptores –lanzados a la fama por Jurassic Park- que eran en realidad apenas más grandes que las gallinas modernas. En un principio, su plumaje no les servía para volar, sino para regular la temperatura de su cuerpo.

*El niño maravilla

Pero la más grande las mentiras de los creacionistas se refiere al origen del hombre. Ellos aseguran que la mayoría de los fósiles de nuestros antepasados son el invento de una conspiración mundial de los paleontólogos, que seguramente son un instrumento del diablo. Y los fósiles que no pueden refutar, -porque sus esqueletos son muy diferentes al hombre moderno- dicen que eran personas que tenían alguna enfermedad que los había deformado. Todos. Los más fanáticos todavía organizan expediciones a las selvas africanas o a Loch Ness para probar que los dinosaurios ¡convivieron con los humanos y no están muertos! (2)

Lo cierto es que existen en el mundo centenares de esqueletos fósiles que demuestran las diferentes ramas en que evolucionaron los primates africanos en los últimos seis millones de años. El problema es que falta terminar de armar el rompecabezas entre los primeros homínidos que caminaron erguidos y los hombres modernos.

Pero en 1984 apareció un serio candidato a llenar el vacío: el niño de Nariokoteme (o de Turkana) que vivió hace un millón y medio de años. Su esqueleto estaba casi completo. La forma de su cuerpo se parece a la nuestra, sus brazos eran apenas más largos, podía correr como un cazador y ya no tenía tanto pelo como los simios. Sin embargo, su cabeza era considerablemente más pequeña: apenas dos tercios, y lo más importante, los huesos que alojaban su médula no estaban lo suficientemente desarrollados para permitirle hablar. El chico, de unos 9 o 10 años, habría tenido un cerebro equivalente al de un bebé moderno de un año.

A las pruebas contundentes que aporta la genética se suman casi a cada momento nuevas pruebas. Hasta hace poco se pensaba que compartíamos el 98% de nuestros genes con los chimpancés. Recientes estudios reducen esa similitud al 90%. Esto implica que los genes de cada especie han ido adquiriendo características nuevas a lo largo de los seis millones de años que hombres y chimpancés llevamos separados evolutivamente. Sin embargo, la base genética compartida es lo suficientemente grande para determinar, sin asomo de duda, que ambos procedemos de un ancestro común.

El mundo entero hoy le rinde homenaje al genio precursor que cambió para siempre la historia del mundo. Seguramente en este momento, en su sepulcro de la Abadía de Westminster, Charles Darwin debe estar sonriendo. Feliz cumpleaños, maestro.

(1) Dawkins, Richard: “Destejiendo el arco iris”, p.27. Tusquets editores, 2000. Las cursivas son mías.

(2) http://devocionalescristianos.org/2007/03/los-dinosaurios-y-la-biblia.html

2 comentarios:

  1. Poco científicos y teorías darán tanto que hablar como la gran obra de Darwin.
    saludos

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  2. una amiga mia. escribia el horoscopo para un reconocido periodico local y le decian. mire haber que se inventa hoy ...el jefe le decia que todas las revistas lo hacian y periodicos.. o compia la informacion de internet.

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